domingo, 30 de agosto de 2009

HOY ES EL DIA DE SANTA ROSA DE LIMA....

Queridas estudiantes, les deseo un feliz domingo, en la alegría de ser santas desde donde El Señor les haya dispuesto serlas, en el camino que Él las haya puesto llevenlo con alegría(en sus hogares, comunidades, trabajo, en sus grupos de amigos, en la academia, en su aula, etc), no se turben, no se desesperen, todo pasa, todo lo malo termina, solo Dios queda.
Amigas, quisiera expresarles que los Apóstoles eran compañeros de camino de Jesús, amigos de Jesús, y su camino con Jesús no era sólo un camino exterior, desde Galilea hasta Jerusalén, sino un camino interior, en el que aprendieron la fe en Jesucristo, no sin dificultad, pues eran seres humanos como nosotros.

Pero precisamente por eso, porque eran compañeros de camino de Jesús, amigos de Jesús que en un camino no fácil aprendieron la fe, son también para nosotros guías que nos ayudan a conocer a Jesucristo, a amarlo y a tener fe en él.

Asi tembién nos sirve de ejemplo Santa Rosita de lima, vamos hechenlé una miradita a si vida, obra y ejemplo de vida y sientan el llamado de Dios a ser santas, no tengan miedo. La enseñanza de Jesús parece “dura”, demasiado difícil de acoger y de practicar. Entonces hay quien rechaza y abandona a Cristo; hay quien trata de “adaptar” la palabra a las modas de los tiempos desvirtúan el sentido y el valor. “¿También vosotros queréis marcharos?”. Esta inquietante provocación resuena en el corazón y espera de cada uno una respuesta personal; es una pregunta hecha a cada uno de nosotros. Jesús no se contenta con una pertenencia superficial y formal, no es suficiente una primera y entusiasta adhesión; es necesario, por el contrario, participar por toda la vida en “su pensar y en su querer”. Seguirle llena el corazón de alegría y da sentido pleno a nuestra existencia, pero conlleva dificultades y renuncias, pues con mucha frecuencia hay que ir contra la corriente.

“¿También vosotros queréis marcharos?”. A la pregunta de Jesús, Pedro responde a nombre de los Apóstoles, de los creyentes de todos los siglos: “Señor, ¿donde vamos a ir? Tú tienes palabras de vida eterna, y nosotros hemos creído y conocido que tú eres el Santo de Dios” (vv. 68-69).
Queridas estudiantes, nosotros podemos y queremos repetir en este momento la respuesta de Pedro, sabiéndonos ciertos de nuestra fragilidad humana, de nuestros problemas y dificultades, pero confiando en la potencia del Espíritu Santo, que se expresa y manifiesta en la comunión con Jesús, La fe es don de Dios al hombre y es, al mismo tiempo, libertad y total confianza del hombre a Dios, la fe es dócil escucha de la palabra del Señor, que es “lámpara” para nuestros pies y “luz” de nuestro camino (cfr Salmo 119, 105). Si abrimos con confianza nuestro corazón a Cristo, si nos dejamos conquistar por Él, podemos experimentar en nosotros, el ejemplo del Santo Cura de Ars, que “nuestra sola felicidad en esta tierra es amar a Dios y saber que Él nos ama”. Pidamos a la Virgen María tener siempre viva en nosotros esta fe impregnada de amor, que hizo de Ella, humilde muchacha de Nazaret, Madre de Dios y madre y modelo de todos los creyentes”
Les pido encarecidamente ingresar a estos linkns:
http://www.arzobispadodelima.org/starosa/index.html
http://www.corazones.org/santos/rosa_lima.htm
Revisar la vida y obra de Santa Rosita de Lima y dejar su comentario. Que Dios la Cuide y proteja de todo mal.

jueves, 20 de agosto de 2009

el 15 de agosto subió María al Cielo

Queridas estudiantes aqui les dejo un escrito; un regalito de Dios para conocer más sobre nuestra madre María Santísima.

Es el grito de la Liturgia y de la fe cristiana, dos veces milenaria.

La que fue Madre de Dios e Inmaculada desde su Concepción, con convenía, no podía, sufrir la corrupción del sepulcro. Su santa dormición fue un deliquio místico de amor entrañable a su Dios, y enseguida un raudo vuelo de paloma a lo más encumbrado de los cielos, cortejada por los coros angélicos.

Desde su exaltado sitial queda entronizada como Reina de todos los Santos, con la correspondiente « omnipotencia suplicante». Subió hasta la diestra de su Hijo benditísimo para preceder en la gloria a sus hijos adoptivo, que son casi legión, que son casi infinitos. Por todos se interesa, como madre e intercesora, la « llena de gracia», la « más bendita de todas las mujeres».

Y el papa Pío XII, cediendo a su personal creencia y filial devoción y respondiendo también al unánime voto de toda la cristiandad, define Dogma de fe cristiana esa Asunción de María a los cielos en su cuerpo y alma, para gloria de tan excelsa Señora y esperanza de sus hijos militantes en la tierra.

El 1 de noviembre del Año Santo y Jubilar de 1950 presenció la acogedora plaza de San Pedro el acto más apoteósico que jamás pudo contemplarse en el mundo ante el medio millón personas de toda raza y país que a la voz del Sumo Pontífice Romano aclamaron a la Reina Asunta a los cielos e imploraron juntos su maternal protección sobre este mundo sufriente.

María Asunta a los cielos es la gloriosa Mujer del Apocalipsis; es la Hija del Rey, ricamente engalanada; es la triunfadora del Dragón infernal; la nueva Judit; la niña preferida de Dios, que le rinde por tantas gracias un Magnificat de gratitud. Y al ascender la Madre, provoca a volar a sus hijos de la tierra, que le piden resucitar con Cristo y compartir luego con la Madre su gloria en el empíreo.

Reina y Madre santísima, segura de tí misma, muéstrate solícita por los tuyos, que sufrimos continua lucha y continua tempestad. Tu fiesta culminará en ocho días con la celebración de tu fiesta con el título de Reina. Esto nos pone de manifiesto tu perfecta y total glorificación junto a tu Hijo, Rey y Señor de todo el universo.

Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno,

Padre Santo, Dios todopoderoso y eterno, ella, al aceptar tu Palabra, con limpio corazón, mereció concebirla en su seno virginal, y al dar a luz a su Hijo, preparó el nacimiento de la Iglesia.

Ella, al recibir junto a la cruz el testamento de su amor divino, tomó como hijos a todos los hombres, nacidos a la vida sobrenatural por la muerte de Cristo.

Ella, en la espera pentecostal del Espíritu, al unir sus oraciones a las de los discípulos, se convirtió en el modelo de la Iglesia suplicante.

Desde su asunción a los cielos, acompaña con amor materno a la Iglesia peregrina, y protege sus pasos hacia la patria celeste, hasta la venida gloriosa de Nuestro Señor Jesucristo.

EL RELATO DE UN SANTO

Un santo muy antiguo, cuenta así cómo fue la muerte de la Santísima Virgen.

Ella murió de amor. Era tanto el deseo de irse al cielo donde estaba su Hijo, que este amor la hizo morir.

Unos catorce años después de la muerte de Jesús, cuando ya había empleado todo su tiempo en enseñar la religión del Salvador a pequeños y grandes, cuando había consolado a tantas personas tristes, y había ayudado a tantos enfermos y moribundos, hizo saber los apóstoles que ya se aproximaba la fecha de partir de este mundo a la eternidad.

Los apóstoles la amaban como a la más bondadosa de todas las madres y se apresuraron a viajar para recibir de sus maternales labios sus últimos consejos, y de sus sacrosantas manos su última bendición.

Fueron llegando,y con lágrimas copiosas, y de rodillas, besaron esas manos santas que tantas veces los habían bendecido.

Para cada uno de ellos tuvo palabras de consuelo y de esperanza. Y luego, como quien se duerme en el más plácido de los sueños, fue Ella cerrando santamente sus ojos, y su alma, mil veces bendita, partió para la eternidad.

La noticia cundió por toda ciudad, y no hubo un cristiano que no viniera a rezar junto a su cadáver, como por la muerte de la propia madre.

Su entierro más parecía una procesión de Pascua que un funeral. Todos cantaban el Aleluya con la más firme esperanza de que ahora tenían una poderosísima protectora en el cielo, para interceder por cada uno de los discípulos de Jesús.

En el aire se sentían suavísimos aromas, y parecía escuchar cada uno armonías de músicas suaves.

Pero Tomás, Apóstol, no había alcanzado a llegar a tiempo. Cuando arribó ya habían regresado de sepultar a la Santísima Madre.

Pedro -dijo Tomás- no me puedes negar el gran favor de poder ir a la tumba de mi madre amabilísima y darle un último beso en esas manos santas que tantas veces me bendijeron.

Y Pedro aceptó.

Se fueron todos hacia su santo sepulcro, y cuando ya estaban cerca empezaron a sentir, de nuevo suavísimos aromas en el ambiente y armoniosa música en el aire.

Abrieron el sepulcro y en vez del cadáver de la Virgen, encontraron solamente... una gran cantidad de flores muy hermosas. Jesucristo había venido, había resucitado a su Madre Santísima y la había llevado al cielo.

Esto es lo que llamamos la Asunción de la Virgen (cuya fiesta se celebra el 15 de agosto).

¿Y quién de nosotros, si tuviera los poderes del Hijo de Dios, no hubiera hecho lo mismo con su propia Madre?

El 1o. de noviembre de 1950 el Papa Pío XIII declaró que el hecho de que la Virgen María fuera llevada al cielo en cuerpo y alma es una verdad de fe que obliga a ser creída por todo católico.

Antes de esta declaración habían llegado a Roma memoriales del todas las Universidades Católicas del mundo y de todos los obispos del orbe, pidiendo que el Papa declarara Dogma de fe que María fue llevada en cuerpo y alma al cielo.

En los 3,000 colegios de la Familia Salesiana se rezaban cada día, desde hacía muchos años, tres Gloriapatris, por orden de San Juan Bosco, para que el Papa declarara el Dogma de la Asunción.

De sólo España habían llegado a Roma ya 727,000 firmas pidiendo la declaración del dogma de la Asunción.

San Alfonso Rodríguez vio un 15 de agosto cómo fue la recepción de la Santísima Virgen en el cielo el día de su llegada, y quedó extasiado, inmensamente emocionado.

San Esteban, Rey de Hungría, celebraba con mucha solemnidad la fiesta de la Asunción de María el 15 de agosto, y ese día fue llevado por Dios a la eternidad.

San Juan Berchmans, y San Estanislao de Kostka, jóvenes jesuitas, deseaban ir a celebrar en el cielo la fiesta de la Asunción. San Juan Berchmans murió el 14 de agosto, y San Estanislao en la mañana del 15, con el rosario en la mano y pronunciando los santísimos nombres de Jesús y María, y fueron a celebrar la gran fiesta de Asunción al cielo.

Santa Teresa dice que vio un día de la la Asunción cómo fue la llegada de la Santísima Virgen al cielo y que desde entonces quedó con el inmenso deseo de sufrir y trabajar con conseguirse un puesto en el paraíso.

"Que hermoso es tener una madre que no se me va a morir". (P. Ortúzar).

Que María la Madre de Dios te cuide, te proteja y te guarde de todo mal